Divagaciones Trasnochadas
5:51 de la madrugada de un asfixiante 12 de Julio, el sudor me empapa, mi viejo y chirriante ventilador apenas puede aplacar la temperatura veraniega: No puedo dormir.
Esta misma noche, charlando furtivamente por los internetes, alguien me ha dicho que una buena conocida suya de origen japonés, siempre que surge el tema, le repite que los "frikis" españoles dan miedo. Analizándolo fríamente, por más hiriente que ello pueda sonar, a mí a veces me cuesta reconocerme dentro de la denominada masa social "friki". Es decir, ¿qué tengo que ver con personajes como el aclamado narutard de OT del que he tenido conocimiento de su existencia recientemente? Pero rápidamente me lo replanteo.
De acuerdo, poco o nada de sentido tiene ir a apiñarse tras pagar 6 euros para entrar en un salón para poder ser partícipe de un gigantesco mercadillo en el que, de fondo, como agradable compañía, seguramente podremos deleitarnos con algún cantante frustrado desafinando cantando música de dibujos animados y así poder amenizar los empeyones dados por algún forofo que ha visto alguna figura de plástico o resina de una calidad más que dudosa por la que, probablemente, le arranquen riñón y medio, y la que le provocará combulsiones y espasmos al divisarla mientras bracea enérgicamente cual molino de viento holandés rodeado de girasoles berreando con todas sus fuerzas como si hubiera llegado al orgasmo por primera vez en veinticinco años.
Hay gente obsesionada hasta la saciedad por series de dibujos que vieron cuando estaban echando los dientes de leche y, ahora en una edad algo más adulta, recopilan ripeos de dudosa calidad, de nuevo más figuritas, pegatinas, tarjetitas, dibujos, lasedisc, dvds en japonés sin subtítulos que de poco les sirven ya que apenas conocen las palabras "kawaii", "baka", "urusai" y "kisama"... Obsesos de las descargas por internet, que se bajan todo cuanto sale vía bittorent, emule, xdcc, descarga directa o news, dando igual no tener tiempo después para ver lo que están descargando pero que, por el mero hecho de tener el ancho de banda desocupado, se sienten existencialmente incompletos. Hecho que luego les fuerza para presionar a fansubs y demás colgados dispuestos a malgastar su tiempo libre para subtitular series perdiendo horas y horas que podrían dedicar a cualquier otra cosa, haciendo que letritas de canciones en japonés den brinquitos iluminándose al son de alguna musica de tinte pachanguero.
Y no voy a olvidarme de los criticadores por sistema, como yo, amargados profesionales que se dedican a observar cuanto sucede como si estuvieran por encima del bien y del mal, despellejando y desollando utilizando como ariete cosas denominadas por términos tan rematadamente desconocidos para el pueblo llano como el "gramaje", "periodicidad", "reproducción de tramas", "encolado o cosido", "calidad de CGs" y se dedican a patalear y criticar en foros y blogs llenando lo que podrían ser creativas páginas y más páginas literarias y que se pierden por el retrete consumidas por ingentes cantidades de bilis.
Y entonces, me paro a pensar y me digo: ¿qué cojones estamos haciendo? pues... joder, disfrutar, supongo. A nuestra manera también tenemos derecho a comportarnos como ultras futboleros, marujas fanáticas del programa de Terelu, analistas políticos que se despellejan en cualquier debate radiofónico diciendo estupideces sobre si Condolezza ha sonreído forzada a Moratinos o como yuppies consumidores compulsivos de relojes, deportivos, corbatas, sellos, antigüedades o condones de sabores.
¿De verdad somos tan diferentes? ¿De verdad somos tan terribles? ¿De verdad somos? Jamás comprenderé la mentalidad colectivo-grupal de las minorías sociales, que pretenden hacerse oír en la sociedad como hace no demasiado tiempo leí en algún fuero de una sociedad de defensa del manga, del rol o de algo por el estilo. En la prensa conspiran, los periodistas son unos incompetentes, el mundo no se detiene de que no son dibujos para niños... ¿de verdad nos lo creemos? ¿de verdad alguno de los que cargan vorazmente conta la "sociedad" se ha planteado alguna otra afición peculiar sin esbozar una media sonrisa irónica? Por favor, no me puedo creer que ninguno de los que leen estas líneas provocadas por el recalentamiento cerebral, no haya esbozado una sonrisita al escuchar que a alguien le apasiona la ornitología, la filatelia, la cinefilia del cine de Bollywood o cualquier otra cosa similar.
Seamos serios. Dejemos de ver fantasmas. No somos tan distintos como muchos se creen, ni somos tampoco apestados sociales como otros piensan. No somos un grupo social si a duras penas resultamos un target editorial. Hay gente dentro de este mundillo que da miedo, mucho miedo pero estoy seguro que en cualquier otra afición hay gente así.
Ah, y... sobre todo, no me preguntéis de que he hablado en este post. Ni yo lo sé, de hecho, creo que he soltado un sermón.
Manda huevos lo que hace la falta de sueño.
Esta misma noche, charlando furtivamente por los internetes, alguien me ha dicho que una buena conocida suya de origen japonés, siempre que surge el tema, le repite que los "frikis" españoles dan miedo. Analizándolo fríamente, por más hiriente que ello pueda sonar, a mí a veces me cuesta reconocerme dentro de la denominada masa social "friki". Es decir, ¿qué tengo que ver con personajes como el aclamado narutard de OT del que he tenido conocimiento de su existencia recientemente? Pero rápidamente me lo replanteo.
De acuerdo, poco o nada de sentido tiene ir a apiñarse tras pagar 6 euros para entrar en un salón para poder ser partícipe de un gigantesco mercadillo en el que, de fondo, como agradable compañía, seguramente podremos deleitarnos con algún cantante frustrado desafinando cantando música de dibujos animados y así poder amenizar los empeyones dados por algún forofo que ha visto alguna figura de plástico o resina de una calidad más que dudosa por la que, probablemente, le arranquen riñón y medio, y la que le provocará combulsiones y espasmos al divisarla mientras bracea enérgicamente cual molino de viento holandés rodeado de girasoles berreando con todas sus fuerzas como si hubiera llegado al orgasmo por primera vez en veinticinco años.
Hay gente obsesionada hasta la saciedad por series de dibujos que vieron cuando estaban echando los dientes de leche y, ahora en una edad algo más adulta, recopilan ripeos de dudosa calidad, de nuevo más figuritas, pegatinas, tarjetitas, dibujos, lasedisc, dvds en japonés sin subtítulos que de poco les sirven ya que apenas conocen las palabras "kawaii", "baka", "urusai" y "kisama"... Obsesos de las descargas por internet, que se bajan todo cuanto sale vía bittorent, emule, xdcc, descarga directa o news, dando igual no tener tiempo después para ver lo que están descargando pero que, por el mero hecho de tener el ancho de banda desocupado, se sienten existencialmente incompletos. Hecho que luego les fuerza para presionar a fansubs y demás colgados dispuestos a malgastar su tiempo libre para subtitular series perdiendo horas y horas que podrían dedicar a cualquier otra cosa, haciendo que letritas de canciones en japonés den brinquitos iluminándose al son de alguna musica de tinte pachanguero.
Y no voy a olvidarme de los criticadores por sistema, como yo, amargados profesionales que se dedican a observar cuanto sucede como si estuvieran por encima del bien y del mal, despellejando y desollando utilizando como ariete cosas denominadas por términos tan rematadamente desconocidos para el pueblo llano como el "gramaje", "periodicidad", "reproducción de tramas", "encolado o cosido", "calidad de CGs" y se dedican a patalear y criticar en foros y blogs llenando lo que podrían ser creativas páginas y más páginas literarias y que se pierden por el retrete consumidas por ingentes cantidades de bilis.
Y entonces, me paro a pensar y me digo: ¿qué cojones estamos haciendo? pues... joder, disfrutar, supongo. A nuestra manera también tenemos derecho a comportarnos como ultras futboleros, marujas fanáticas del programa de Terelu, analistas políticos que se despellejan en cualquier debate radiofónico diciendo estupideces sobre si Condolezza ha sonreído forzada a Moratinos o como yuppies consumidores compulsivos de relojes, deportivos, corbatas, sellos, antigüedades o condones de sabores.
¿De verdad somos tan diferentes? ¿De verdad somos tan terribles? ¿De verdad somos? Jamás comprenderé la mentalidad colectivo-grupal de las minorías sociales, que pretenden hacerse oír en la sociedad como hace no demasiado tiempo leí en algún fuero de una sociedad de defensa del manga, del rol o de algo por el estilo. En la prensa conspiran, los periodistas son unos incompetentes, el mundo no se detiene de que no son dibujos para niños... ¿de verdad nos lo creemos? ¿de verdad alguno de los que cargan vorazmente conta la "sociedad" se ha planteado alguna otra afición peculiar sin esbozar una media sonrisa irónica? Por favor, no me puedo creer que ninguno de los que leen estas líneas provocadas por el recalentamiento cerebral, no haya esbozado una sonrisita al escuchar que a alguien le apasiona la ornitología, la filatelia, la cinefilia del cine de Bollywood o cualquier otra cosa similar.
Seamos serios. Dejemos de ver fantasmas. No somos tan distintos como muchos se creen, ni somos tampoco apestados sociales como otros piensan. No somos un grupo social si a duras penas resultamos un target editorial. Hay gente dentro de este mundillo que da miedo, mucho miedo pero estoy seguro que en cualquier otra afición hay gente así.
Ah, y... sobre todo, no me preguntéis de que he hablado en este post. Ni yo lo sé, de hecho, creo que he soltado un sermón.
Manda huevos lo que hace la falta de sueño.