Mi Colección de Joyas I: Spirit of Wonder
He decidido que voy a ejercer un poco de abuelo cebolleta, pese a que no soy tan abuelo, y que voy a ir haciendo poco a poco un repaso de las historietas que más me han gustado en esto del manga. Empezaré con un comic que, en su momento, me apasionó y que, cuando lo volví a releer, aguantó el paso del tiempo.
Allá para 1997 cuando en España comenzaba Dr.Slump de Toriyama y Luchadoras de Leyenda de Clamp finalizaba mientras que en Japón se hablaba aún de Evangelion y Ruroni Kenshin como obras absolutamente del momento, Planeta de Agostini publicó "Miss China: Spirit of Wonder", una obra que pasó totalmente desapercibida por las estanterías de las tiendas de comics. Hace un par de años, Glenat retomó el testigo reeditando la serie , dividiendo un único volumen nipón en tres tomos bastante finos a un precio lacerante.
De todas formas, con tan sólo hojear las páginas por primera vez, hace ya nada menos ocho años en una pequeña tienda escondida por la callejuelas de una ciudad dormitorio madrileña, me di cuenta que la calidad del lápiz de Kenji Tsuruta era sobresaliente, con un grafismo arrollador, un trazo claro, vigoroso y unos personajes con rasgos bastante realistas con una capacidad de expresión abrumadora.
Cuando lo leí con más detenimiento, me encontré con algo que no me esperaba, un guión muy original y unos personajes que me engancharon y me hicieron comprar los números sucesivos. La acción sucede en Bristol, Inglaterra, quizás en el siglo pasado, quizas en un mundo paralelo muy parecido al nuestro. Allí una mujer llamada China de gran belleza y carácter irascible regenta un hostal-restaurante llamado el Ten-Kai, donde se alojan dos peculiares individuos, unos científicos que rara vez pagan el alquiler y aún más rara vez dejan de provocarle problemas a la hermosa China: El Profesor Breckenridge y su ayudante Jim Floyd.
En torno a estos tres personajes, gira una peculiar historia llena de humor, fantasía y unos entrañables toques de ternura que aderezan la disparatada historia de guiños steampunk. Mientras el profesor Breckenridge busca llegar a la fama toda costa, China y Jim llevan una peculiar relación, un amor escondido que da lugar a situaciones inesperadas rodeadas de locuras científicas e inventos inverosímiles.
Aparte de esos pequeños dulces en forma de guión, una de las virtudes de la serie está en que narrativamente Tsuruta te transporta a las escenas de una manera muy cinematográfica, situando al lector de forma fotográfica en el escenario, a base de varios dibujos detallando el escenario desde varias posiciones con mucho detalle, consiguiendo así que el lector sitúe perfectamente cada movimiento gracias además de un dibujo prodigioso de un preciosismo casi extremo y con un sentido artístico que yo no esperaba en este manga.
Pese a que las demás historias cortas que forman este tomo recopilatorio no están al nivel que la que para muchos es la original, todas ellas están repletas de ese toque mágico, entrañable, ese olor a vapor y ese humor ameno, simpático que se saborea con placer y que arranca, casi sin que nos demos cuenta, más de una sonrisa e incluso una sonrisa constante.
Por eso, por todo ello, creo que sigo recordando a Miss China, a Spirit of Wonder, con cierto cariño, por eso, considero que es una obra de esas que, aunque sea por disfrutar un poco, siempre hay que tener en una mangateca.
Allá para 1997 cuando en España comenzaba Dr.Slump de Toriyama y Luchadoras de Leyenda de Clamp finalizaba mientras que en Japón se hablaba aún de Evangelion y Ruroni Kenshin como obras absolutamente del momento, Planeta de Agostini publicó "Miss China: Spirit of Wonder", una obra que pasó totalmente desapercibida por las estanterías de las tiendas de comics. Hace un par de años, Glenat retomó el testigo reeditando la serie , dividiendo un único volumen nipón en tres tomos bastante finos a un precio lacerante.
De todas formas, con tan sólo hojear las páginas por primera vez, hace ya nada menos ocho años en una pequeña tienda escondida por la callejuelas de una ciudad dormitorio madrileña, me di cuenta que la calidad del lápiz de Kenji Tsuruta era sobresaliente, con un grafismo arrollador, un trazo claro, vigoroso y unos personajes con rasgos bastante realistas con una capacidad de expresión abrumadora.
Cuando lo leí con más detenimiento, me encontré con algo que no me esperaba, un guión muy original y unos personajes que me engancharon y me hicieron comprar los números sucesivos. La acción sucede en Bristol, Inglaterra, quizás en el siglo pasado, quizas en un mundo paralelo muy parecido al nuestro. Allí una mujer llamada China de gran belleza y carácter irascible regenta un hostal-restaurante llamado el Ten-Kai, donde se alojan dos peculiares individuos, unos científicos que rara vez pagan el alquiler y aún más rara vez dejan de provocarle problemas a la hermosa China: El Profesor Breckenridge y su ayudante Jim Floyd.
En torno a estos tres personajes, gira una peculiar historia llena de humor, fantasía y unos entrañables toques de ternura que aderezan la disparatada historia de guiños steampunk. Mientras el profesor Breckenridge busca llegar a la fama toda costa, China y Jim llevan una peculiar relación, un amor escondido que da lugar a situaciones inesperadas rodeadas de locuras científicas e inventos inverosímiles.
Aparte de esos pequeños dulces en forma de guión, una de las virtudes de la serie está en que narrativamente Tsuruta te transporta a las escenas de una manera muy cinematográfica, situando al lector de forma fotográfica en el escenario, a base de varios dibujos detallando el escenario desde varias posiciones con mucho detalle, consiguiendo así que el lector sitúe perfectamente cada movimiento gracias además de un dibujo prodigioso de un preciosismo casi extremo y con un sentido artístico que yo no esperaba en este manga.
Pese a que las demás historias cortas que forman este tomo recopilatorio no están al nivel que la que para muchos es la original, todas ellas están repletas de ese toque mágico, entrañable, ese olor a vapor y ese humor ameno, simpático que se saborea con placer y que arranca, casi sin que nos demos cuenta, más de una sonrisa e incluso una sonrisa constante.
Por eso, por todo ello, creo que sigo recordando a Miss China, a Spirit of Wonder, con cierto cariño, por eso, considero que es una obra de esas que, aunque sea por disfrutar un poco, siempre hay que tener en una mangateca.