miércoles, marzo 23, 2005

La Época de Botchan: El Taniguchi Reflexivo


Taniguchi tiene una serie de grandes bendiciones como autor, la habilidad de hacer que lo reflexivo, que aquello en lo que aparentemente no sucede nada, se torne de interés, es probablemente una de las más valiosas cualidades, si no la más valiosa, que posee.

En la época de Botchan, en una alarde documental y con una impresionalente fidelidad histórica como de costumbre, Jiro nos traslada a un Japón agitado, convulso, sufriendo los primeros espasmos de la occidentalización de la era Meiji, a finales del siglo XIX, donde observa ese mundo agitado por el cambio por los ojos de un escritor llamado Sôseki Natsume, crítico y algo neurótico a causa del impacto cultural con todo lo acontecido en su amado país. Para intentar combatir ese problema, el novelista decide comenzar una novela titulada Botchan en torno a la que, de cierta manera, gira la historia.

Utilizando variadas excusas, hace desfilar por las páginas del tebeo a una ristra de personajes, algunos históricos y otros no, de los que se sirve para retratar una época a base no sólo de las numerosas reflexiones de Soseki, sino a través de los encendidos debates políticos que mantienen unos con otros, a través de las rutinas, de las borracheras y las peleas, de los escarceos y romances, jugando con esas armas con las que tan bien se desenvuelve, la rutina y el ritmo.

Aparte del impecable arte, 100% escuela nipona, a la que ya nos tiene acostumbrados, pese a los largos textos que se incluyen a lo largo del manga, juega con habilidad con los ritmos y las pausas, con los detalles insignificantes que se hacen eje central de la historia, dos gatos jugueteando en un patio, un par de miradas furtivas, o unos exabruptos en una taberna, todo es válido para servir como motor a una historia que te engancha y te lleva a lo largo de sus páginas, soltándote exhausto hambriento de más.

De la edición, comentar que resulta algo decepcionante pues, pese a ser un medio tomo, la serie contará de 10 volúmenes y no de 5 como en la original, y no contar con la calidad habituada de Ponent, el precio está en los 10 euros. Pese a ello, se trata de una obra prácticamente imprescindible y, aunque no se trata de lo mejor que ha hecho el autor, el altísimo nivel de calidad que le imprime, le hace ser una compra más que recomendable.